domingo, 25 de septiembre de 2011

Como entender el Amor?

¿Cómo entender el Amor?
El amor más que una definición teórica es toda una experiencia, quien habla del amor, es porque antes ha sido objeto del amor. Sentimiento, emoción, concepto, sensación, no sé, lo importante es que entendamos el Amor como una prolongación de Dios, que deposita en nosotros una de las características intrínsecas de su ser Divino.
Sin embargo, si fijamos nuestra mirada y analizamos el Amor, nos vamos a dar cuenta que es un sentimiento que no se limita a una dimensión única, y que el hecho de su existencia en un espacio de la vida no le anula en otra, es decir no es más amor el que pueda sentir un Esposo por su esposa, que el de un Sacerdote por sus fieles.
Tristemente el afán por llenar los vacios y el sinsentido de la vida que caracteriza nuestra sociedad contemporánea, a impulsado al ser humano a caer en una grave degradación del Amor, al punto que hoy es casi inconcebible pensarlo como la expresión más noble de la realización del hombre, hemos decidido más bien darle una connotación de emoción pasajera, de sentimiento superficial, es decir, lo hemos desviado únicamente a la dimensión sexual, por ello para este momento histórico es imposible pensar en una vida plenamente feliz en la vida matrimonial y más aun en la vocación al ministerio Sacerdotal, por la sencilla razón que exige un amor radical y verdadero, es decir, la capacidad de amar como Cristo, hasta el Extremo.
Nos dice el documento de Aparecida en el Numeral 136: La llamada de Jesús y su mirada de Amor, buscan suscitar una respuesta consiente y libre desde lo más profundo del corazón del discípulo, una respuesta de Amor a aquel que lo amó primero.
El amor, es pues una participación de Dios que nos llama a ser su prolongación para todos los hermanos, cada uno desde la vocación específica a la cual ha sido llamado, en el seno de una familia o con la donación total de Si en el Sacerdocio.
Si bien nos es difícil definir con palabras el amor, podemos decir que es en la Cruz donde se encuentra la máxima cátedra del Amor. Contemplar a Cristo crucificado es pensar en la bondad de todo un Dios que se queda con nosotros a través de la historia en el sacramento de la Eucaristía, un Dios que camina con nosotros y que nos hace participes de su misterio en la vocación sacerdotal, un Dios que se hace uno con nosotros. Por eso estamos llamados a amar a la medida de Jesús que es el don de Si. No importa el lugar ni la condición de cada persona, lo que verdaderamente importa es la capacidad de donación, de entrega, de negación a sí mismo a la hora de Amar, pues eso es verdaderamente amor, negarse a sí mismo para aportar a la felicidad del otro y esto lo aprendemos de Aquel que nos Amo hasta llegar al Extremo de la donación de la vida Misma.
Ese amor de Dios, lo experimentan ustedes, nuestras familias y nosotros como hijos, al contemplar la acción bondadosa del Padre que nos bendice con toda clase de dones, nuestros Padres, nuestros hermanos, amigos, los bienes materiales, pero más aun, se ha fijado en la debilidad de uno de los miembros de la familia y lo ha llamado para hacer en él la obra del amor, expresada en el servicio a los hermanos, en la donación de Si mismo, mediante el Ministerio Sacerdotal. Nuestra vocación ha nacido en el Seno de la familia, pero no podemos desconocer que es un don inmerecido que nos lo otorga Dios al igual que la Paternidad, como una prolongación de Su amor.
Al igual que el hombre que ha decidido vivir la vocación en medio del mundo, el llamado a la vocación Sacerdotal necesita del amor, como característica esencial de su existencia, pues en la medida en que se ame, se es más buen Sacerdote.
Como vemos la necesidad de Amar no excluye a nadie, al ser donación de Dios es una característica de todos a los que ha creado.
Finalmente la necesidad de hacernos conscientes de  vivir el Amor como una prolongación de Dios en medio de los Hermanos, un amor que se distingue del que ofrece el mundo actualmente, pues es una donación total de si, para apostarle a la felicidad del otro.

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